May 10 / GUSTAVO DIEZ

¿Tienes problemas? Deja que el cuerpo se mueva

La URGENCIA de liberar el movimiento

Ahora sabemos que moverse es bueno: impacta en biomarcadores inmunológicos, metabólicos y neuronales. Ejerce efectos ansiolíticos y antidepresivos, nos hace más inteligentes y amplía la memoria. Sin embargo, hemos perdido el placer y el instinto del movimiento, y nos hemos aferrado a plantillas: 150 minutos de actividad moderada a la semana, o 75 de intensa, más dos días de fuerza muscular, movilización, estiramientos y VO₂ max… con la consabida culpa si no cumplimos la tarea...

Veo a personas con el rostro granate, sobre una cinta de correr, la música a todo volumen para distraer la mente de las sensaciones miserables de ahogamiento, debilidad muscular y tortura. Un check en la tarea, ducha de agua fría, medida en la báscula para evaluar los 150 gramos de menos y 10 horas de inmovilidad subsiguiente en frente de la pantalla, hasta depositar el cuerpo en la cama.

¿Cuándo perdimos el placer de movernos como lo hacen los niños y los animales? ¿No parece—sin ánimo de generalizar—que muchos de nosotros habitamos un cuerpo de sensaciones chungas que llevamos de la silla, al asiento del coche, y de ahí, al sofá, como si fuese un saco de dolor y fatiga? ¿No tendrían el mismo agotamiento y desgana vital, los babuinos o las zarigüeyas, los zorros o los cuervos, si les priváramos de su capacidad de moverse?

Deserotizamos el movimiento a base de series, repeticiones o métricas en pantallas. Yoga, CrosFit, HIIT o pilates… todo encajonado. ¿Dónde quedó la pulsión orgánica, el instinto que nos impulsaba a girar, saltar o correr sin medir el tiempo?

Vale, lo admito: sin pautas, corremos el riesgo de movernos todavía menos. Las guías de salud pública han salvado vidas al reducir la inactividad. Pero tenemos un reto por delante: asalvajarnos de nuevo; al menos en lo que al movimiento se refiere. Pero, ¿cómo hacerlo?

Toda esta reflexión surge de una conversación que mantuve con Juan Nieto, fisioterapeuta madrileño y apasionado del movimiento. Hablamos de cómo desatar el movimiento en los cuerpos contemporáneos tras años moldeados por sillones y taburetes —y por la domesticación en general— que nos han llevado a tomar como normal una forma de vida inmóvil.

Te hago a ti la misma pregunta que se hacía Juan: ¿cómo podemos estar sanos —corporal y mentalmente— si nuestros cuerpos no se mueven con libertad?

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